martes, 10 de agosto de 2021

Libertad y Sensatez

 Cada vez que la veía cruzar la calle hacia el negocio de la esquina, se apresuraba a salir bajo cualquier excusa. Avisaba con un grito a quien estuviera en casa que debía salir a comprar un paquete de servilletas o una caja de fósforos, lo que fuera. La verdad es que nadie necesitaba las servilletas, fósforos o las velas de cumpleaños que llevó una vez, pero debía simular un encuentro casual que no dejara salir su verdad a los ojos de los demás: él estaba obsesionado con ella, con su presencia, con el conjunto de elementos que se reunían en un todo para hacerla una mujer inigualable.

Si él le contase a sus amigos las cosas que pasaban por su mente en esas salidas a comprar al negocio de la esquina, lo tildarían de iluso, porque nadie puede estar en la flor de la juventud y querer coincidir con una mujer de 40 años. Lo que ninguno de ellos sospecha es que se trata de sentimientos mucho más nobles como la sensatez y el amor que se disfrazan de locura. Amor, porque es eso lo que sentía cada vez que la miraba e imaginaba las situaciones en su mente y sensatez , porque era un chico muy sabio al poder concluir que si pasaba su vida al lado de ella, sería muy feliz. Tenía la certeza de que su  satisfacción sería completa en todos los ámbitos que una relación romántica puede tener. 
¿Quién es este sensato ser? Un muchacho de 25 años, buscando trabajo aún, porque aunque obtuvo buenos resultados académicos, la realidad del país era dura, por lo que seguía en la villa que lo vio nacer, en casa de sus padres, soñando con la oportunidad de un trabajo digno que le diera  los medios para poder declarar su amor y ofrecer un futuro de felicidad y estabilidad.  Él es un ente que en vez de estar pensando en ir a fiestas con sus pares, sólo deseaba llegar a casa para poder inventar excusas que le dieran la chance de salir a la calle y verla, saludarla, por qué no decirlo, olerla. No lograba identificar su aroma o encasillarlo como uno solo, porque cada vez era diferente, pero siempre olía bien y acercarse a ella era como abrir una caja de bombones, no sabías lo que iba a encontrar, pero sí sabía que sería delicioso. 
Su aroma lo elevaba hasta el sitio en el que podía soñar despierto, sentado entre nubes sintiendo la comodidad del amor. 
Ella, a sus ojos tenía muchas cualidades, pero por sobretodo le gustaba la forma en la que se plantaba frente al mundo, como con la actitud de quien no tiene nada que perder, ni ganar. No sabe porqué, pero tenía la certeza de que ella había sorteado ya las más fieras batallas y había salido victoriosa. Siendo una mujer con presencia y opinión definida, la gente de la cuadra la admiraba y, podemos deducir que si se admira a una mujer en una cultura machista, se habla de ella a sus espaldas. Se le critica y se comenta sobre sus acciones pasadas o sobre cómo gasta en mantener su apariencia o como le habla al dueño del almacén, cosas tan triviales que no nos detendrán en el relato.  Entonces, su vida da para largas conversaciones entre personas que llevan una vida de tardes rutinarias e interminables. ¿Cómo no van a hablar de ella? 
Ser intensamente fiel a sí misma trae terribles consecuencias. Como por ejemplo la envidia de las demás mujeres que no han logrado descubrirse por completo o la envidia de los hombres que han crecido en un ambiente severamente machista que no toleran ver a una mujer brillar o tener su opinión. 
En los breves minutos y a veces segundos que podía acercarse a ella, la miraba en cada gesto y detalle de sus expresiones faciales. La absorbía por completo. Podría decirse que la respiraba. Al verla por esos cortos minutos, podía después imaginar que la tenía cerca. 
Una tarde de invierno, después de que había caído la lluvia toda la mañana y se podía respirar el olor a tierra mojada mezclado con todos los olores de la ciudad, que en definitiva, no son tan desagradables si se presta la atención adecuada, él despertó de la siesta con una fuerte exhalación. Había sido una siesta involuntaria, pero reparadora. Despertó de golpe, pensando que la hora de ir a comprar para poder tener la chance de verla se le había pasado. 
Preguntó si iba por pan para tomar "once" y la respuesta fue negativa. Pensó en qué podría ir a comprar con los pocos pesos que tenía en los bolsillos y decidió salir sin haber tomado la decisión. 
Mientras caminaba, la divisó de lejos y el vértigo se apoderó de su estómago. Pensó que ahora sería el día en que podría hablarle para comenzar una amistad, primeramente..una relación después, quizás. En esos segundos fue cuando tomó la decisión final. Era ese el día. No sería más un cobarde y le hablaría. 
A medida que se iba acercando, sentía cómo el corazón latía con la fuerza de una máquina perfecta y cómo quería arrancarse de su pecho. la cara estaba roja y las manos inquietas. 
"Hola" le dijo a la mujer inigualable de hermosos 40 años. Ella sonrío y respondió "Hola". 
Desde ese segundo en el que ambos se saludaron y se miraron a los ojos en la calle cerca del almacén de barrio han pasado 10 años. 
Ella aún sigue tan hermosa y aromática como ese día y él sigue tan enamorado y sensato. Ambos caminan de la mano mientras respiran la tranquilidad que da la felicidad.
Él fue muy sabio y ella muy libre... tan libre que dejó los cálculos matemáticos y los prejuicios de lado y se sumergió en la mirada del amor.
Ambos comparten el camino de esta vida que nos trae a la tierra cuando es el momento exacto.

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